Fue mi último día en la pasantía.
Oficina de seguros.
Aire acondicionado nivel “congela-almas”.
Mi jefe me dice con su voz de ultratumba corporativa:
— “Redacta un correo para convencer a los clientes fríos de renovar su póliza”.
Ah, sí, fácil, pensé.
Le meto unas frases motivadoras, una oferta y listo.
Spoiler: no funcionó.
Tuvo una tasa de clics tan baja que la computadora me devolvió el archivo con una lágrima digital.
Pero ahí aprendí la lección más valiosa de ventas que nadie te enseña:
La gente no compra lo que necesita. Compra lo que entiende.
Y eso fue como un golpe de karate en el ego.
Porque en mi correo puse todo lo “importante”: coberturas, beneficios, porcentajes.
Pero olvidé lo esencial: hacerlo digerible. Visual. Real. Humano.
Y eso, querido lector emprendedor, aplica para todo.
No importa si vendes seguros, jabones o cursos para hablarle a los gatos.
Si no logras que te entiendan, no te van a comprar.
1. No vendas cosas: vende claridad
No es que la gente no quiera lo que ofreces.
Es que no lo entiende.
Y si suena confuso, lo ignoran.
En mi correo, hablé de cláusulas, porcentajes y coberturas especiales como si el lector fuera abogado.
Error fatal.
💡 La gente no se enamora de lo técnico. Se enamora de lo que entiende.
2. La claridad se siente como confianza
Ese cliente que duda, que no responde, que deja en visto…
Muchas veces no es que no quiera.
Es que no está seguro de haber entendido bien lo que estás vendiendo.
Y nadie compra en la niebla.
La claridad vende más que el descuento del 30%.
3. Lo visual es más poderoso que lo lógico
Después del desastre, un redactor senior me dijo algo que me marcó:
"Convierte la idea en una imagen mental y el cliente hará el resto."
Así que reescribí el correo.
Dije algo como:
"Imagina estar en una carretera vacía a las 2 a.m. y que tu carro se apague… y entonces recuerdas que tienes cobertura total. Y sonríes."
Y pum.
Funcionó.
El CTR se disparó.
4. Simplificar no es tonto, es brillante
Muchos emprendedores creen que usar lenguaje complicado suena “profesional”.
Mentira.
Suena inseguro.
Cuanto más simple explicas algo complejo, más autoridad transmites.
Einstein lo dijo mejor:
"Si no lo puedes explicar simple, es que no lo entiendes bien."
5. El cliente no está confundido: tú lo estás confundiendo
Cada vez que un cliente dice “lo voy a pensar”,
hay un 80% de posibilidad de que en realidad esté diciendo:
"No entendí nada, pero no quiero parecer tonto."
Tu trabajo como emprendedor no es solo tener un buen producto.
Es hacer que parezca tan claro como un vaso con agua fría en el desierto.
6. La claridad también es un acto de respeto
Cuando le hablas fácil a alguien,
le estás diciendo: “Valoro tu tiempo, tu atención y tu inteligencia.”
No estás bajando el nivel.
Estás elevando tu empatía.
Y eso, mi querido emprendedor, vende más que cualquier oferta limitada.
¿Y cómo se aplica esto a tu negocio?
Porque claro, tú no vendes seguros (o tal vez sí, no lo sé).
Pero sí necesitas que te entiendan.
Y más aún, que te recuerden.
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