El error más costoso de Nike (y cómo casi los destruye).

La historia de Nike es, sin duda, una de las más fascinantes en el mundo empresarial. Pero hay algo que muchos no saben: uno de los mayores riesgos de la marca no estuvo en sus productos, sino en un pequeño detalle en su marketing.

Phil Knight, el fundador de Nike, viajó a Japón en 1966 para cerrar un acuerdo con Onitsuka, la empresa que fabricaba zapatillas deportivas. Pero al regresar con 60,000 pares de zapatillas para vender, algo estaba terriblemente mal.

No eran las zapatillas.
Era el empaque.

Resulta que, al recibir las cajas con las zapatillas, Knight descubrió algo impactante: el nombre de la empresa estaba mal escrito y el logo estaba torcido. Peor aún, las cajas no reflejaban para nada lo que Nike representaba. Aquel primer envío que debería haber sido una oportunidad dorada casi se convierte en el comienzo de su fracaso. ¿El resultado? La marca se veía como una copia barata.

Nike había hecho un gran esfuerzo en la calidad del producto. Las zapatillas eran innovadoras, cómodas y de alto rendimiento, pero eso no era suficiente. La forma en que se presentaron al mercado casi destruyó su reputación antes de siquiera despegar.

¿Por qué?

Porque la imagen lo es todo.
El marketing no es solo vender un buen producto, es cómo lo vistes, lo cuentas y lo presentas. Ese error de empaquetado no era solo un error de diseño: era un error de marketing en su totalidad.

Nike tuvo que tomar cartas en el asunto.
Rediseñaron las cajas.
Reformaron la tipografía.

Pensaron en cada detalle: desde el papel en que venía impresa la etiqueta hasta la forma en que el producto era entregado. Al final, lo que salvó a Nike no fue la calidad de las zapatillas (que, por cierto, era excelente), sino que se dieron cuenta de que cada parte de su marca debía ser coherente.

Este fue el primer paso para que Nike pasara de ser una simple distribuidora de calzado a una de las marcas más poderosas del mundo.

¿Y tú, estás cometiendo el mismo error con tu marketing de contenidos?

Ahora, no me vengas con el "yo tengo el mejor producto". Si el contenido de tu web, blog, redes sociales o correos electrónicos no está alineado con tu marca, todo ese esfuerzo puede ser inútil.

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Es como si Nike hubiera seguido vendiendo con sus cajas mal diseñadas: no importa cuán bueno sea el producto, si no lo empaquetas correctamente, el impacto es mínimo.

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